EMOCIONES

Teresa Velasco

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Todas las emociones son necesarias en la vida, “anular las más desagradables de sentir”, es anular una parte de la realidad y una parte de nosotros mismos. Todas las emociones son básicas desde los primeros años de nuestra vida.

Normalmente las emociones más tabús, menos aceptables socialmente son la tristeza y la rabia.

Todas las emociones son válidas, necesarias e igual de importantes, quedarnos con la alegría siempre y no dar espacio a la tristeza es dejarla en la sombra.

Sin tristeza no hay duelo que se cierre;  en un duelo, una de las emociones más importantes de ser vividas es la tristeza. Si le diésemos un espacio más amplio, como para estar durante una semana metido en la tristeza, en el llanto, hacia adentro, todo ello vivido como una emoción auténtica del momento que se está viviendo; el duelo al cabo de esos días seria más llevadero. Sin embargo, hoy en día, a nivel social se quiere que la persona se recupere, que las cosas pasen rápidas:  “haz hecho todo lo posible”, “no llores que tus hijos te ven”, “adelante que la vida es corta”…

Y para cualquier emoción lo más sano es ser vivida como toca. En el duelo llorar y estar triste. En un enfado o un desprecio, o ante una injusticia mostrar la rabia. Esa emoción tan rechazada por dar miedo “a lo que pueda pasar”, y sin embargo  la rabia es necesaria, pues es un motor de arranque para ir hacia adelante cuando algo no te gusta, o ante algún hecho injusto; la rabia nos protege y nos da fuerza para seguir.

Es fundamental que los niños aprendan a reconocer y a manejar sus emociones, ayudándoles así a un mayor conocimiento de sí mismo y del otro, pues el estado de nuestras emociones determina la capacidad para aprender,  para relacionarse…, la emoción y la cognición están en la misma área cerebral.

Lo ideal es que los niños aprendan  a focalizar las emociones desde los primeros años de vida,  pues ellos tienen la capacidad de escucharse y ver lo que les pasa, a quienes nos inquietan ciertas emociones de los niños es a los adultos, que nos da miedo ponerle nombre ya que internamente no las podemos sostener o socialmente no son muy aceptadas y en los primeros años de vida es lo más normal;  por ejemplo la rabia  que presenta un niño con una rabieta por no saberle poner palabras a lo que le ocurre; nuestro trabajo aquí es que los niños vayan identificando la emoción para saber gestionarla, en estos años los primeros referentes son los padres, los cuales les encauzan las emociones.

Así que démosles espacio a la Alegría, Tristeza, Rabia, Miedo y Amor como emociones básicas y necesarias en la vida, que nos ayudan al crecimiento.

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